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Nuestro reloj del sueño.


¿Cómo regula nuestro cerebro cuándo debemos dormir? Definamos primero cómo se entiende a nivel fisiológico el hecho de dormir. El sueño y la vigilia forman parte de lo que denominamos ritmos biológicos, una variación fisiológica a intervalos regulares y precisos. Éstos ritmos biológicos permiten la adaptación al medio mediante la sincronización de la conducta y estados corporales a cambios en el ambiente. El hecho de estar despierto de día y dormido de noche comporta una serie de ventajas para el ser humano. Por ejemplo, nuestro sistema visual está capacitado para ver mejor con luz solar que en la oscuridad de la noche. 

Los ritmos biológicos se dividen en tres categorías según su duración:
Ritmos circadianos: actividades biológicas que ocurren en ciclos fisiológicos de 24 horas. (ciclo sueño-vigilia.
Ritmos ultradiarios: ciclos de menos de 24 horas. (Atención, ingesta, hormonas)
Ritmos infradiarios: ciclos de más de 24 horas. (Menstruación, hibernación).

Para medir el tiempo es necesario un oscilador o reloj biológico endógeno. El núcleo supraquiasmático.
El NSQ, llamado así por su ubicación cerca del quiasmo óptico, es una estructura interna del sistema nervioso central (SNC) responsable de generar los ritmos biológico.

¿Cómo se pone en hora nuestro reloj biológico?
Pues bien. La luz incide sobre unas células ganglionares de la retina las cuales envían señales al NSQ del hipotálamo.

¿Cómo se pone en marcha el mecanismo del sueño?
El NSQ, al no recibir señales de las células receptoras de luz, envía señales a la glándula pineal la cual secreta melatonina, substancia la cual a su vez activa el sistema VLPO (área preóptica ventrolateral) que inhibe la actividad de unos centro de arousal. Éstos centros de arousal (núcleos del rafé, núcleo coeruleus, núcleos tegmentales entre ellos) son los encargados de mantener la alerta, la consciencia y de funciones cerebrales complejas. Pues bien, mediante la inhibición de éstos se induce el sueño. 
Hay más maneras de inducir el sueño, pero ésta en concreto sería la inducida por motivación circadiana.

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Un tema bastante recurrente que veremos y ejemplificaremos a menudo en el blog es el de las ilusiones ópticas. Desde hace ya algún tiempo, estos engaños de nuestra percepción inundan la red dejando cautivados a la mayoría de internautas.


Hoy compartiré con vosotros una ilusión óptica creada por Sugihara Kokichi, un profesor de ingeniería del Instituto de Estudios Avanzados de Meiji de Ciencias Matemáticas. Cuando el punto de visión cambia, la construcción parece desafiar la ley de la gravedad. La estrategia de la orientación de las rampas provoca que un movimiento descendente absolutamente normal nos parezca ascendente.

El carácter innovador lo aportan las piezas sólidas en movimiento (pelotas de madera) que forman parte de ella, cosa que hasta ahora era difícil de ver. Este efecto óptico que se burla de nuestro cerebro ha sido galardonado con el premio al Mejor Efecto Visual de 2010 y la verdad es que visto el resultado, no es para menos.

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Oír colores.

Es el caso de Neil Harbisson, un joven catalán de 28 años nacido en Londres. Neil sufre una acromatopsia, una incapacidad para percibir los colores. Hasta aquí todo normal. Lo fascinante de su vida llega cuando se convierte en el primer ciborg reconocido por un gobierno del mundo. Y es que este joven puede “escuchar” colores gracias a un Eyeborg: un ojo cibernético que lleva en la frente a modo de periférico que capta la información visual. Esta información es trasportada hasta un portátil que lleva a forma de mochila, dónde los colores se trasforman en sonidos. Neil se convierte de esta manera en el primer humano compuesto por algún elemento mecánico.


Sonocromatopsia: Oir los colores

Para este joven un FA representa el color rojo mientras que un SOL equivale al amarillo,  así hasta completar un máximo de 360 asociaciones entre colores y notas.
Muchos de nosotros podríamos concluir que lo que ha hecho Neil es inducirse una especie de sinestesia, una peculiar cualidad sensorial según la cual a partir de la estimulación en uno de los sentidos se produce una respuesta automática en otro de ellos. Lejos de considerarse como un ser limitado, Harbisson, ha desarrollado su carrera de manera paradójica como artista visual y compositor. Para él, su condición no es acromatópsica, sino sonocromática, una visión optimista y un enésimo caso de superación.