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Auto-descontrol.


Oh, The Temptation from Steve V on Vimeo.
Es el caso del recurrente test de Walter Mischel, Psicólogo conocido mundialmente por sus teorías sobre la personalidad, psicología social y emocional. En 1960 se inició una serie de pruebas y estudios sobre el comportamiento del individuo. Una de las pruebas es la que vemos en el vídeo, "The marshmallow test" (Es test de la nube de caramelo". Éste experimento buscaba obtener datos específicos de autocontrol y refuerzo tardío.

 El experimento consistía (y consiste) en dejar un dulce en la mesa dónde se sentaban niños de 4 años. A éstos se les decía que podían comerse la nube de caramelo cuando quisieran, !PERO!, y aquí viene el kit de la cuestión y de sufrimiento para un niño de 4 años, si aguantaban sin comerse la nube durante 20 minutos en los que el experimentador salía de la sala obtendrían como recompensa una nube extra... ¡¿Una nube extra?! No os podéis imaginar lo que motiva eso para un niño de 4 años. Dura elección se presenta.

Las imágenes hablan por sí solas. Un vídeo que arrancaría una sonrisa al mismísimo Hades. Aunque por lo general intentan aguantar, muchos de ellos no oponen resistencia a sus impulsos y se tragan la nube a la primera de cambio. Recientes estudios sobre el tema han replicado que esta cualidad de auto-control tiene capacidades predictoras sobre el futuro de lo niños. Años después de hacer el experimento, Walter buscó a aquellos jóvenes ahora cursando la educación secundaria. ¿Qué se encontró? Los chicos y chicas que sucumbieron a la tentación parecían más propensos a tener problemas de comportamiento, tanto en la escuela como en casa.  A menudo tenían problemas para prestar atención y les resultaba difícil mantener las amistades. En cambio, aquellos que pudieron resistirse, puntuaron significativamente más alto en test de inteligencia. 
Recomiendo leáis el siguiente enlace dónde se hace un análisis más completo y actual de aquel experimento. 

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Curiosos aspectos del placebo


“Aun sin hacer nada, los médicos, sólo por su manera de comportarse, pueden tener un efecto tranquilizador. Y hasta la tranquilidad puede, en ciertos sentidos, descomponerse en sus partes informativas constituyentes. En 1987, Thomas mostró que el simple hecho de dar un diagnóstico −incluso un falso diagnóstico «placebo»− mejoraba los resultados de los pacientes. Doscientos pacientes con síntomas anormales, pero sin signos propios específicos de ningún diagnóstico médico concreto, fueron repartidos al azar entre dos grupos. A cada uno de los del primer grupo se les decía: «No consigo saber con certeza qué le pasa a usted». Dos semanas después, sólo el 39% habían mejorado. A los del otro grupo, sin embargo, se les daba un diagnóstico en firme, sin vacilaciones, y se les indicaba con total confianza que estarían mejor en pocos días. El 64% de los pacientes de este segundo grupo mejoraron en dos semanas.”
Ben Goldacre, Mala Ciencia